En su interior podemos encontrar elementos naturales que destacan por su rareza o singularidad, teniendo además, interés científico especial, el caso de los bosquetes de palmeras canarias que alberga, que son elementos testimoniales de antiguas formaciones vegetales. Además, cuenta con poblaciones catalogadas como especies protegidas de la flora endémica de Canarias y especies de interés comunitario en el marco de la normativa de la Unión Europea.
El Mayorazgo de Castro data de comienzos del siglo XVI y sus orígenes se remontan al reparto de tierras y heredades que se fraguó al finalizar la Conquista de Tenerife, por el Adelantado Alonso Fernández de Lugo. Enmarcados en esta zona, no podemos perder tres referencias importantes del entorno: La Hacienda de Castro, la Ermita de San Pedro y el Fortín de San Fernando. Sobre un altozano desde donde se contempla todo el paraje, se eleva la ermita dedicada a San Pedro. Es una edificación del S. XVIII y alberga la imagen del Apóstol, talla completa del barroco isleño. Más abajo encontramos la Hacienda de Castro, situada entre la desembocadura del barranco de Godínez y la Rambla del Mar. Es la hacienda más importante de la zona costera y tiene fechados sus primeros comienzos como hacienda en el S.XVI.
Desde la mansión de los Castro y desde muchas zonas de este paraje natural, se puede contemplar hacia el este, las ruinas del Elevador de Aguas de Gordejuela, industria construida en 1.903 por la casa Hamilton. Una obra que marcó un hito en su tiempo por lo complicado de la orografía del terreno y por haberse instalado en su interior la primera máquina de vapor de la Isla de Tenerife. Su objetivo era utilizar las aguas que nacen en Gordejuela para dar fuerza motriz a un molino harinero, y elevarlas hasta la zona de cultivo del plátano, que comprendía terrenos de ambos Realejos.
El Agua, siempre presente en este espacio protegido, garantizaba que esta región fuera una de las más verdes, fecundas y ricas de toda la isla. La vegetación que alberga estos acantilados, además de los bellos palmerales ya mencionados, está compuesta por una serie de especies adaptadas a vivir en condiciones adversas, abundando una de las comunidades de plantas más comunes de las zonas costeras de nuestra isla: el tabaibal-cardonal. Tampoco podía faltar el drago, símbolo vegetal por excelencia de los canarios.
publicado por Mary Nieves en Norte de Tenerife domingo 17 de enero de 2010
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